El Acuerdo de París y su importancia en el cambio climático
¿Qué implica este tratado para el avance en la lucha contra la emergencia climática?
En la mayoría de las ocasiones en las que se hace referencia a las cumbres del clima, sale a escena uno de los tratados más relevantes para el avance de la acción climática no solo en los últimos años sino a nivel general: el Acuerdo de París. ¿Qué tiene de particular? ¿Por qué es tan relevante? Profundizamos en él.
¿Qué es el Acuerdo de París?
El Acuerdo de París es el documento final acordado en diciembre de 2015 durante la COP21. Su objetivo es limitar el calentamiento del planeta a final de siglo por debajo de los 2 °C, preferiblemente a 1,5 °C, en comparación con los niveles preindustriales. Para ello, los países se proponen reducir al máximo sus emisiones de gases de efecto invernadero lo antes posible para lograr la neutralidad en 2050. Este tratado internacional, jurídicamente vinculante, marca un punto de inflexión al comprometer a todos los países a tomar medidas concretas y coordinadas para abordar el desafío del cambio climático en sus diversas dimensiones. Se trata de un hito en el proceso de las COP porque, por primera vez, un acuerdo vinculante ayuda a que todos los países se unan en una causa común para emprender esfuerzos ambiciosos para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos.
¿Cómo funciona?
La aplicación del Acuerdo de París requiere una profunda transformación económica y social, siempre guiada por la ciencia del clima. Una de sus características más destacadas es el establecimiento de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que son compromisos voluntarios adquiridos por los países para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los impactos del cambio climático. Estas contribuciones reflejan las capacidades y circunstancias específicas de cada nación, lo que permite una mayor flexibilidad y participación en el proceso de mitigación y adaptación. Se revisan cada 5 años, con la finalidad de que cada Estado pueda evaluar su progreso y establecer medidas climáticas cada vez más ambiciosas.
¿Qué objetivo común existe?
Además, para orientar los esfuerzos hacia el objetivo a 2050, el Acuerdo de París invita a los países a formular y presentar estrategias de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero. A diferencia de las NDC, no son obligatorias, pero proporcionan a las NDC las prioridades de planificación, una visión y dirección para el desarrollo futuro.
Además de los compromisos de mitigación, el Acuerdo de París reconoce la importancia de aumentar la capacidad de adaptación y reducir la vulnerabilidad frente a los impactos del cambio climático. También concreta la necesidad de abordar las pérdidas y daños asociados al cambio climático, asumiendo que algunos efectos pueden ser ya inevitables.
Pero… ¿de dónde salen los recursos?
El Acuerdo de París proporciona un marco para el apoyo financiero, técnico y de creación de capacidad a los países que lo necesitan:
- Los países desarrollados deben prestar asistencia financiera a los países menos dotados y más vulnerables, al tiempo que alienta a las demás Partes a aportar contribuciones voluntarias.
- Establece un marco para llevar a cabo el desarrollo y la transferencia de tecnología para mejorar la resiliencia al cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Pide a los países desarrollados que aumenten su apoyo para que los países menos adelantados puedan implementar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.
¿Cómo estamos supervisando el progreso hacia la neutralidad climática?
Este tratado establece un sistema de transparencia común para todos los países, lo que facilita la rendición de cuentas, el seguimiento del progreso hacia los objetivos establecidos y la cooperación internacional en su implementación.
La información recabada por este mecanismo se incorpora al balance mundial (también conocido como GST por sus siglas en inglés: global stocktake), que evalúa cada cinco años el progreso colectivo hacia los objetivos climáticos a largo plazo y permite identificar oportunidades para aumentar la ambición climática. Esta revisión periódica garantiza que el acuerdo se mantenga su ambición y efectividad a medida que evolucionan la ciencia y las condiciones socioeconómicas.
En la COP28 se celebró la conclusión del primer GST, que ahora debe dar el paso a una fase política de acciones por parte de los países.