Publicado el viernes 26 de abril del 2024

El cambio climático requiere respuestas urgentes y acciones decisivas. Sin embargo, la forma en que hablamos sobre este tema puede tener un impacto significativo en nuestra capacidad para abordarlo de manera efectiva.

Aunque, el lenguaje es solo una parte de la solución, desempeña un papel crucial en la creación de un movimiento hacia un futuro más sostenible y resiliente. 

El lenguaje es una herramienta poderosa, pero también ambigua. Las palabras que utilizamos para hablar del cambio climático y la sostenibilidad pueden tener significados diferentes según el contexto, el enfoque y la ideología de quienes las emplean. Mientras que en el ámbito científico términos como "calentamiento global" y "emisiones de carbono" tienen definiciones precisas, en el discurso político y mediático el significado puede ser más flexible o incluso manipulable. Esta variabilidad puede influir en la percepción pública y en la motivación para tomar acción climática.

En este artículo, exploraremos cómo el significado de las palabras relacionadas con el cambio climático puede cambiar en función del ámbito, el enfoque y la ideología, y cómo esta variabilidad afecta nuestra capacidad para abordar el problema de manera efectiva.

 Así, en el ámbito científico, términos como "emisiones de gases de efecto invernadero", "calentamiento global" y "nivel del mar" son claros y se basan en datos, el uso de jerga puede socavar el interés y el compromiso del público con el tema. Incluso los términos más básicos, como "carbono neutro", "mitigación" o "adaptación", pueden ser confusos para la mayoría de las personas.

A medida que el cambio climático se convierte en un tema de preocupación mundial, el lenguaje evoluciona para reflejar esta urgencia. Palabras como "crisis climática", "emergencia climática" y "catástrofe" están cada vez más presentes en los medios y el discurso político. Aunque estas palabras son efectivas para captar la atención, pueden tener efectos negativos si inducen miedo o parálisis. Términos como "caos" o "apocalipsis" pueden llevar a la desesperanza, disuadiendo a las personas de actuar.

En este punto, el equilibrio es crucial. Como señala la climatóloga Gill Ereaut, el discurso alarmante que ofrece soluciones puede motivar a las personas a actuar, mientras que el discurso alarmista sin contexto ni soluciones puede ser contraproducente.

De la misma manera, en el ámbito político y empresarial, el lenguaje puede ser un arma de doble filo. Los términos como "sostenibilidad", "neutro en carbono" y "positivo en carbono" pueden ser utilizados para expresar un compromiso con la acción climática, pero también pueden ser objeto de mal uso y greenwashing.

En la Unión Europea, la Directiva de Reclamaciones Verdes ha establecido pautas para el uso de términos relacionados con la sostenibilidad y el medio ambiente en el etiquetado de productos y la publicidad. Esta legislación busca prevenir el greenwashing y garantizar que las afirmaciones sobre la sostenibilidad sean veraces y transparentes. Como resultado, algunas palabras y frases "genéricas", consideradas vagas y engañosas tal como "producto verde", "biodegradable" y "100% natural" están sujetas a regulaciones más estrictas, lo que influye en el lenguaje utilizado en el marketing y la comunicación empresarial. 

Para lograr una acción climática efectiva, es necesario encontrar un equilibrio entre el lenguaje técnico y el inspirador, sin caer en el alarmismo. El uso de términos positivos, como "acción climática", "sostenibilidad" y "transición ecológica", puede ser motivador, pero debe ir acompañado de mensajes claros y consistentes. El uso de ejemplos concretos y acciones locales es una forma efectiva de conectar con el público. La repetición persuasiva también juega un papel importante en la comunicación climática, aumentando la eficacia del mensaje. En este sentido, todos necesitamos involucrarnos para comunicar la importancia de la acción climática.