Publicado el jueves 19 de septiembre del 2024

Las vacaciones han terminado, el verano ha quedado atrás, pero la crisis climática no da tregua.

Mientras volvemos a la rutina, los desastres naturales se siguen acumulando: incendios, inundaciones, olas de calor récord y sequías devastadoras han marcado un 2024 implacable. Ya no basta con pensar en estos eventos como tragedias aisladas o sentir alivio si no nos han tocado de cerca. Los patrones son claros: los desastres se intensifican, golpean con mayor frecuencia y nos recuerdan que el cambio climático es una realidad urgente que afecta a todos.

Calor extremo

El calor extremo ha sido otro de los grandes protagonistas de 2024, incluso para el océano. 

Los científicos han registrado las temperaturas oceánicas más altas en 400 años, lo que ha causado olas de calor marinas que se están extendiendo “como incendios” en vastas regiones del planeta. Estas olas de calor están poniendo en peligro la vida marina, desde los corales hasta las poblaciones de peces, y amenazan la subsistencia de millones de personas que dependen de la pesca y el turismo en zonas costeras. Los ecosistemas marinos están en una situación extremadamente frágil, y la recuperación será difícil si las temperaturas siguen subiendo. Algunos casos son: 

  • Australia, a pesar de estar en invierno, ha experimentado temperaturas de más de 40°C, un fenómeno sin precedentes que ha sobrecogido a los climatólogos.
  • La creciente frecuencia de temperaturas extremas en China, con picos superiores a 40°C, ha sobrecargado las infraestructuras eléctricas del país, generando cortes en el suministro y poniendo en peligro a millones de personas, especialmente en áreas urbanas densamente pobladas.
  • En Corea del Sur, el fenómeno de las “noches tropicales” —cuando las temperaturas no bajan de 25°C durante la noche— ha alcanzado nuevos récords. 
  • En Ghana, por ejemplo, las condiciones cercanas a la sequía han forzado al gobierno a imponer una prohibición temporal a la exportación de granos, en un esfuerzo por asegurar el suministro alimentario interno. 
  • En España, los efectos del cambio climático son cada vez más palpables. Durante 2024, el país ha enfrentado una sequía prolongada que ha afectado gravemente a la agricultura en regiones clave como Andalucía y Castilla-La Mancha. Las restricciones en el suministro de agua se han vuelto más comunes, afectando tanto a los agricultores como a la vida cotidiana de los ciudadanos en áreas urbanas.

La sequía y el estrés hídrico son cada vez más comunes, y en muchos países, el cambio climático está afectando gravemente la seguridad alimentaria. Además, las olas de calor persistentes están cambiando los patrones de vida y afectando gravemente la salud pública, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias. 

Incendios forestales

En América Latina, Paraguay y Bolivia han sido gravemente afectados por incendios, con vastas extensiones de tierra y bosques calcinados, comprometiendo cultivos clave para la economía de estos países y esenciales en la alimentación mundial. Mientras tanto, en Brasil, el gobierno ha lanzado una ofensiva sin precedentes, declarando una “guerra” contra los incendios que se han intensificado en la región amazónica y otras zonas cruciales para la biodiversidad.

En Estados Unidos, el Park Fire en California se ha convertido en el mayor incendio del año, devastando más de 430,000 acres de terreno que representan más de $1,000 millones de dólares de daños. Este evento ha puesto a prueba los recursos del estado y ha generado una crisis en los suministros de energía, agua y aire limpio.

En Europa, Grecia y España han sufrido incendios forestales incesantes en junio, julio y agosto, afectando el turismo y provocando pérdidas económicas que podrían superar los $500 millones de euros. 

Estos incendios han sido avivados por olas de calor que han hecho que los países enfrenten una de sus temporadas más destructivas en términos de pérdida de tierras forestales y daños económicos. Además, estos desastres no solo impactan a corto plazo; las áreas afectadas necesitan años, o incluso décadas, para recuperarse completamente. 

Uno de los impactos más preocupantes de los incendios forestales es la liberación masiva de CO₂ en la atmósfera. Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil, los incendios de la Amazonía en 2024 podrían haber liberado hasta 300 millones de toneladas de CO₂, una cantidad equivalente a las emisiones anuales de países como España.

Lluvias torrenciales e inundaciones

En África, Etiopía ha sido golpeada por fuertes lluvias que mataron a 24 personas en un solo evento, tan solo un mes después de que otro episodio similar causara la muerte de 229 personas y desplazara a más de 21,000. En Chad, lluvias torrenciales han dejado 40 muertos y más de 7,000 casas destruidas, exacerbando una crisis humanitaria en curso. En Nigeria, 170 personas han muerto a causa de lluvias intensas, con 200,000 desplazados, lo que complica aún más una crisis social y política.

Pakistán sigue sufriendo los efectos de las lluvias monzónicas, con un total de 209 muertos desde julio y cientos de heridos. Las infraestructuras debilitadas del país están siendo sobrepasadas por la intensidad de las lluvias, lo que agrava la pobreza y las condiciones de vida ya precarias de muchos.

Bangladesh, donde el agua es tanto un recurso vital como una amenaza constante, ha visto morir a 20 personas en inundaciones recientes, afectando a 5.2 millones de habitantes. Los ríos desbordados han inundado aldeas y ciudades, dejando a muchas personas sin hogar y sin acceso a agua potable. 

De la misma manera, la situación en España refleja un patrón de "irregularidad climática" que es cada vez más frecuente: eventos extremos seguidos por largos períodos de condiciones adversas, lo que dificulta la adaptación y la recuperación.

La frecuencia y severidad de estos fenómenos muestran que ya no podemos darnos el lujo de esperar. El año 2024 debe servir como un recordatorio urgente de que el tiempo para la acción es ahora. La acción climática inmediata y contundente es esencial para reforzar nuestra precaución y adaptación, y sobre todo prevenir efectos futuros. Todos los sectores de la sociedad deben y se están compromietendo en la acción climática. También como ciudadano puedes unirte a quienes utilizan su voz, su voto y sus decisiones para luchar por su futuro, su comunidad y su mundo.