Publicado el jueves 14 de noviembre del 2019

Los efectos del cambio climático ya se están notando de manera evidente en el mundo, pero sus consecuencias se van a intensificar y los más afectados serán los niños.

 Los niños serán los más afectados por las consecuencias del cambio climático. Actualmente la temperatura media del planeta ha subido un grado (aunque en algunas partes del mundo, como Canadá ya ha llegado a los tres), pero aumentará hasta cuatro grados para finales de siglo si se mantiene el ritmo de emisiones actuales, según han advertido los científicos del Panel de Expertos de la ONU.

Un niño que nazca ahora sufrirá las consecuencias del calentamiento global durante todo su crecimiento y afectará a su salud como adulto. Es el diagnóstico de un estudio que acaba de publicar la prestigiosa revista médica The Lancet. El informe recoge las conclusiones de un grupo de expertos de 35 instituciones científicas y agencias de Naciones Unidas que forman el Lancet Countdown, constituido en 2015. Para sus conclusiones, los investigadores han analizado hasta 41 indicadores distintos.

Las sequías, inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos hacen peligrar las cosechas, al tiempo que perjudican en general el rendimiento de los campos. También la elevación del nivel del mar propiciará que el agua salada entre en los cultivos costeros. Las situaciones de escasez encarecerán los alimentos básicos, con el riesgo de que crezca la malnutrición infantil , una carencia que deja secuelas en la salud para toda la vida.

Con la subida de temperatura, virus y bacterias encontrarán situaciones óptimas para propagarse. Son precisamente los niños los más vulnerables a las enfermedades que provocan diarreas, como el dengue. Entre el 2000 y el 2018 se han vivido nueve de los diez años con mejores condiciones para la transmisión del dengue. Igualmente, desde 1980 se han doblado los días favorables a la difusión del cólera.

Corazón y pulmones se ven afectados desde la adolescencia por la polución de aire, producida por los combustibles fósiles. La pérdida de cosechas por las sequías encarecerá los alimentos dejando a los niños expuestos a la malnutrición.

 La polución del aire, que alcanza niveles peligrosos en el 90% de las ciudades, irá a peor y esa contaminación, producida por los combustibles fósiles, afectará a sus pulmones y su corazón desde la adolescencia y dejará secuelas en su salud. En 2016 se registraron 7 millones de muertes debidas a enfermedades causadas por la contaminación del aire en el mundo.

Los niños de ahora vivirán a lo largo de su vida más olas de calor y más intensas. Desde 1990, ni una de las regiones del planeta se ha librado de vivir un incremento de olas de calor, siendo Europa y Este del Mediterráneo las zonas más vulnerables a esta amenaza. Más allá de los daños por golpes de calor, la medicina ha demostrado que el calor puede provocar en las personas estrés, problemas renales, insuficiencia cardíaca en personas enfermas e irritabilidad extrema.

Además de las afecciones a la salud, significa la imposibilidad de llevar cabo ningún trabajo durante esas puntas de calor: en 2018 se perdieron 133.000 millones de horas de trabajo, 45.000 millones más que en el año 2000.
Por otra parte, ha disparado el número y la intensidad de los incendios. Un 77% de los países ha experimentado un crecimiento de su población expuesta a sufrir incendios comparando los periodos 2001-2014 y 2015-2180.
Un niño que nazca hoy vivirá en un mundo 4 grados más caliente cuando cumpla 71 años en 2090, el plazo previsto para ese incremento de temperatura si el mundo no ha hecho nada para frenar el cambio climático.

Por el contrario, si se cumplen los compromisos internacionales del Acuerdo de París de 2015, ese niño podrá ver la eliminación del carbón cuando cumpla 11 años; la desaparición de los vehículos gasolina y diesel en su 21 cumpleaños y celebrar sus 31 años en un mundo libre de emisiones.