Adaptarse "marca la diferencia entre la vida y la muerte"
Todos los países deben entregar sus planes de adaptación antes de febrero de 2025.
Todos los países deben contar el año próximo con un plan que fije con detalle qué medidas llevarán a cabo hasta 2030 para adaptarse al cambio climático. Son los Planes Nacionales de Adaptación (NAP, por sus siglas en inglés). Solo 60 países han desarrollado un plan, que deben también actualizar. El resto lo deben detallar por primera vez.
“Los planes son más necesarios que nunca, son vitales. Este año hemos visto cómo las políticas y los planes marcan la diferencia entre la vida y la muerte. Debemos estar preparados para lo peor”, ha dicho el secretario ejecutivo de la CMNUCC, Simon Stiell.
NN.UU. ofrece ayuda técnica a los países para desarrollar los planes. Pero su ejecución depende de la financiación que tengan disponible los países en desarrollo, por lo que Stiell volvió a reclamar ayer que los países desarrollados piensen en invertir en los primeros, protegiendo de esta forma “toda la cadena de valor”.
Los costos de adaptación se están disparando y podrían aumentar a 340.000 millones de dólares anuales para 2030, y los 565.000 millones en 2050, ha cifrado Stiell.
Casi la mitad de la población mundial vive en zonas vulnerables al clima, donde “el riesgo de morir por impactos climáticos es 15 veces mayor”, indicó. Las inversiones en adaptación, si se hacen adecuadamente, no solo protegen vidas, sino que impulsan oportunidades y prosperidad.
El secretario ejecutivo ha reclamado en un acto de alto nivel frente a ministros y organizaciones que es necesario desbloquear los grandes flujos de financiamiento y simplificar su acceso, sin aumentar la deuda de los países en desarrollo. “La adaptación es esencial y debe ser apoyada por todos los actores, con un sistema financiero global más evolucionado”.
Fuente: Reunión de alto nivel sobre los Planes de Adaptación. Equipo AmbiciónCOP.
En el mismo encuentro se han presentado buenas práctican en adaptación. Para el Banco de Desarrollo de Ruanda, el plan de adaptación en el país ha servido para atraer inversiones para objetivos climáticos, en una estrategia en la que la clave, ha remarcado, ha sido la diversificación. Para ello ha contado con fondos de financiación climática, los mercados de carbono y su ecosistema habitual.
Efecto en cascada
Un informe de Mediterranean Experts on Climate and Environmental Change (MedECC) destaca la conexión entre el cambio climático, la producción de alimentios y el ecosistema en el Mediterráneo. Las actuales medidas de mitigación y adaptación son insuficientes para enfrentar los desafíos futuros, subrayando la necesidad de cooperación entre sectores y países.
El informe revela impactos significativos en la seguridad alimentaria: la producción de trigo, maíz, arroz y leche ha disminuido debido a olas de calor, mientras que cultivos como el olivo podrían sufrir serias afectaciones.
Según los autores del informe, se requiere una estrategia climática a largo plazo para abordar los efectos en cascada que el cambio climático genera: el aumento de la temperatura y del nivel del mar afectan a la seguridad alimentaria y, en última instancia, a la población. La planificación debe considerar estos impactos interrelacionados para aumentar la resiliencia ante el calor, la salinidad y otros efectos.
Más información sobre el informe (ver enlace).
Antonio Rabichi, Ministro de Salud de Fiji, isla con alto riesgo frente a la emergencia climática, ha subrayado la importancia de proteger la salud de la población, por lo que su plan de adaptación cuenta con un enfoque en las enfermedades transmitidas por el agua y en la resiliencia de sus infraestructuras. Para poder aplicarlo, ha reclamado un financiamiento sostenible y responsable para los más vulnerables.
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