Publicado el lunes 04 de diciembre del 2023

110 millones de personas, que representan el 1% de la población mundial según ACNUR, se encuentra desplazada debido a conflictos u obligadas por unas difíciles condiciones de vida. Jóvenes y mujeres que han vivido esta situación y que trabajan para mejorar la vida de otras desplazadas han pedido hoy que se les permita explicar qué necesitan, para que se apliquen soluciones de la forma correcta, y que sean parte de la implementación.

 

Vivieron como desplazadas, en situaciones extremadamente duras. Ahora han decidido actuar para mejorar la vida de otras personas. Al tener que abandonar su país, “fui desconectada de mis ancestros”, explica Dorong Grace Nailo, desplazada y fundadora de Roots of Generations en Sudán del Sur. A su vuelta, se dedica desde su organización a que las mujeres puedan ser autónomas y trabajen por ellas mismas.  

“Si un joven pudiera elegir, preferiría no tener que abandonar su casa, su familia y su pueblo”, ha explicado Eman Al-Hamali. Tras vivir como desplazado, es ahora responsable de la planta Solar Microgrid en Yemen. Es la solución que considera esencial para brindar energía limpia a las comunidades. Las guerras, la hambruna y la inseguridad, incrementadas por el cambio climático, obligan a estos desplazamientos. “Muchas personas deben moverse continuamente, no hay un lugar seguro. Estan en un sitio y saben que deberán volver a cambiar”.

Para Joelle Hangi, refugiada en Kenia originaria de la Repúbica Democrática del Congo y ahora en la coordinación del Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones (UNITAR), tras vivir en propia piel qué significa no tener hogar, considera que los países más responsables del cambio climático deben afrontar los costes y contribuir de forma decidida al Fondo de Pérdidas y Daños. “Hay que tomar medidas que tengan un impacto real. Para ello, las personas que estamos sobre el terreno somos las que debemos decir cuáles son las necesidades”, ha indicado. “Los desplazados deben estar en los lugares de decisión, porque deben ser parte de la implementación”.

A Ahmed, que ejercía de profesor, le cerraron la escuela en la que trabajaba en Somalia. “Tuvimos inidaciones. No sabíamos qué comer, todas las carreteras estaban cortadas y la ayuda no llegaba”, recuerda, en uno de los episodios que precisamente hoy se repite en el país. “Los jóvenes ven el cambio climático y no se imaginan ningún futuro, porque solo piensan en sobrevivir”, ha explicado.

Después de escuchar los testimonios, el público ha hablado para reclamar que, también, las personas desplazadas se incluyan en la agenda de la COP para empezar a coordinar de forma internacional y conjunta la aplicación de soluciones frente a su situación.