Publicado el lunes 16 de octubre del 2023

Al calor de Marrakech, la acción por el clima cobró un nuevo impulso en las reuniones del FMI y los Bancos Multilaterales de Desarrollo.

Del 9 al 15 de octubre se celebraron en Marrakech (Marruecos) las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD). Estas reuniones fueron especialmente significativas, ya que marcaron el regreso del evento al continente africano después de medio siglo. El papel de África en el desarrollo económico mundial y la necesidad de tomar medidas urgentes contra el cambio climático centraron los debates.

Desde el principio, la Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, reafirmó la importancia crucial de África en el desarrollo económico mundial. Subrayó la necesidad de tender puentes entre las regiones ricas en capital, principalmente en el Norte, y las poblaciones jóvenes concentradas sobre todo en el sudeste del continente, insistiendo en la idea de que "un siglo XXI próspero requiere un África próspera".

¿Qué suponen estás reuniones?

Estas reuniones también fueron una oportunidad para que las instituciones internacionales respondieran a las preocupaciones africanas, sobre todo en materia de financiación climática. Un informe conjunto de los bancos multilaterales de desarrollo, publicado el 12 de octubre de 2023, supuso un rayo de esperanza. Las cifras hablan por sí solas: la financiación climática de estos bancos alcanzó un máximo histórico en 2002, con 100.000 millones de dólares. En concreto, 60.700 millones se destinaron a las economías de renta baja y media, con 22.700 millones específicamente dedicados a la adaptación. El sector privado desempeñó un papel clave, invirtiendo 69.000 millones de dólares en proyectos climáticos innovadores.

Las economías de renta alta no se quedaron atrás, recibiendo 38.800 millones de dólares, principalmente para iniciativas de mitigación del cambio climático. Las fuentes privadas también contribuyeron significativamente, con 51.900 millones de dólares. Esta financiación récord permitió a los bancos multilaterales de desarrollo superar sus objetivos de financiación climática para 2025 por segundo año consecutivo, una señal alentadora para el futuro.

Sin embargo, a pesar de estos avances, los debates pusieron de manifiesto la persistencia de problemas, en particular en lo que respecta al endeudamiento de las naciones africanas. Los países en desarrollo, agrupados en el G24, pidieron la condonación de la deuda para los países más vulnerables, una exigencia esencial dado que el servicio de la deuda está alcanzando niveles insostenibles en algunas partes del continente.

Así mismo, pusieron de relieve los retos a los que se enfrentan los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) en un mundo cambiante. Inicialmente concebidos para ayudar a financiar la reconstrucción de los países devastados por la Segunda Guerra Mundial, su misión ha evolucionado a lo largo de las décadas, pasando de la reconstrucción al desarrollo y la erradicación de la pobreza. Hoy en día, estas instituciones se enfrentan a desafíos urgentes relacionados con el cambio climático y a retos de desarrollo persistentes, desafíos para los que no fueron diseñadas originalmente.

Los llamamientos a la reforma de los BMD se han multiplicado en los últimos años, especialmente en la COP27 y por parte de los líderes del G20. Estos llamamientos se centran en aumentar la financiación disponible, pero añadir fondos al sistema existente no es la única respuesta.

Según Nancy Lee, Valerie Naxton y Samuel Matthews, lo que realmente se necesita es un cambio de paradigma: los BMD deben evolucionar tanto en su misión como en su forma de operar para satisfacer las urgentes necesidades financieras del mundo en materia de clima y desarrollo. Reformar los BMD no significa cambiar todos los aspectos del sistema. Lo ideal sería capitalizar la experiencia pasada y, al mismo tiempo, alinear mejor la misión y los flujos financieros con los objetivos mundiales en materia de clima y desarrollo sostenible establecidos por el Acuerdo de París y la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.

¿Cuál sería el modelo ideal de los BMD?

El modelo ideal de los BMD se basaría en la definición de su misión: apoyar vías de desarrollo bajas en carbono y resilientes al clima. Las metas mundiales establecidas en el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU pueden servir de guía para definir nuevas prioridades. Los BMD trabajarían en profundidad, priorizando las inversiones en sectores cruciales para el desarrollo y el clima, en lugar de repartir la financiación por toda la economía. Esta priorización sería específica para cada país y podría incluir la agricultura, la sanidad, la educación, la energía, el transporte, el agua u otras áreas del capital natural. El éxito se definiría y mediría no en términos financieros, sino en función de un número realista de objetivos de desarrollo y clima.

Para garantizar una actuación coherente ante los retos regionales y mundiales, los BMD deben trabajar juntos como un sistema coherente. En la actualidad, cada BMD actúa según sus propios análisis y prioridades, dejando a los gobiernos con la carga de hacer malabarismos con múltiples prioridades e indicadores de desarrollo a la hora de buscar y justificar la financiación. Los países deberían definir sus propias vías de desarrollo bajas en carbono y resilientes al clima, mientras que los BMD proporcionarían análisis sólidos que integren opciones de desarrollo respetuosas con el clima, incluidos los retos transfronterizos, y apoyarían a los países en la definición de sus prioridades de inversión y políticas.

Además, los BMD deben profundizar sus alianzas con el sector privado. Estas instituciones interactúan con una amplia gama de inversores institucionales, desde bancos y aseguradoras locales hasta bancos nacionales de desarrollo, filántropos e inversores de impacto. Por tanto, los BMD están bien situados para organizar asociaciones de financiación innovadoras a gran escala, especialmente si incluyen a socios privados desde la fase de diseño. Las ramas de financiación privada de los BMD deben estar mejor equipadas para gestionar los riesgos adicionales y ayudar a mitigarlos colaborando estrechamente con sus colegas responsables de las decisiones políticas y normativas nacionales que configuran los climas de inversión.

Conclusión

En conclusión, la reunión del FMI y los Bancos Multilaterales de Desarrollo en Marrakech fue un momento histórico, que marcó un punto de inflexión tanto para África como para la acción climática mundial y el desarrollo sostenible. Aunque los retos persisten, las reformas necesarias están claras: un enfoque adaptativo y colaborativo, la alineación con los objetivos climáticos mundiales y de desarrollo sostenible, y una asociación más profunda con el sector privado. Si adoptan estos cambios, los BMD pueden situarse a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático y desempeñar un papel esencial en la construcción de un futuro más resiliente y sostenible para todos.